martes, 7 de febrero de 2012

Milagros Schmoll

¿Cuántos años tenés?
22. Y a los 16 años todas mis amigas modelos tenían 25 o 28, imaginate que a los 16 años lo ves como algo inalcanzable. Me sucedió durante mucho tiempo eso, hasta que de repente mis amigas desaparecieron porque cambiaron de trabajo y yo quedé en ese impasse de haber empezado muy chica... Cada mujer tiene su personalidad, este trabajo es difícil de llevar.


¿Cómo fue que empezaste de tan chica?
Bueno, estaba yendo al cine con una amiga y me cruzaron por la calle. Eran de una agencia de acá, de Buenos Aires. Yo tenía 14 años y me pareció divertido, pero nunca me lo tomé en serio. De hecho, al principio creí que era un chiste y dije: "Qué amorosa". Al final, empecé y una cosa me llevó a la otra: una editorial de una revista, una campaña, después otra campaña, otra más, otra revista, y sin darme cuenta me pasó... Les decía a mis compañeras: "Me copa, no puedo creerlo".
Y tus compañeras, ¿cómo se lo tomaron?
Bien, hasta el día de hoy sigo manteniendo a mis amigas de toda la vida.
¿Terminaste el colegio?
Sí, y por eso tuve esa conexión. Lo mismo mi familia: somos diez hermanos y siempre me acompañaron. En realidad, mis padres nos acompañaron a mí y a todos mis hermanos en todo proyecto al que apostáramos y que nos hiciera felices. Es muy importante la contención en este trabajo.
¿Vos también te imaginás teniendo diez hijos?
Me encantaría ser madre, pero no de diez. Quisiera ser madre joven: me gusta la idea de tener un hijo, ser madre en medio de mi carrera y mis proyectos.
¿No ves lo laboral y lo personal en competencia?
No, jamás, y no creo que te reste.
Pero tendrías que hacer un parate...
Obviamente, porque el cuerpo te lo pide, pero tampoco lo veo como algo dramático, porque ser madre es una decisión de vida.
Tenés 22 años y ya tenés en la cabeza que podrías ser madre. ¿No estás un poco adelantada para tu edad? Pensás como una chica de 30...
Lo que pasa es que me crié en una familia numerosa y hay un montón de cosas que las aprendés porque las aprendés, no porque te las enseñen. Imagínense convivir con nueve personas más y tus padres. Te criás más independiente, todo lo que querés saber lo averiguás sola, lo buscás sola.
Entre tantos hermanos, ¿nunca tuviste un cuarto para vos?
Sí, porque mis padres tienen una casa muy antigua, con techos muy altos y muchas habitaciones. Pero igualmente, cuando me mudé sola, dije: "¡Qué placer!". Tenés intimidad, es muy lindo. Obviamente, cuando me fui a vivir a París, y después a Nueva York, fue un shock muy grande no tenerlos porque fueron siempre una compañía para mí.
Te casaste en octubre, pero ya vivían juntos, ¿cambió algo la cosa?
Sí, a la mujer siempre le cambia casarse. Mucha gente le tiene miedo al casamiento porque lo asocia con perder la libertad. Quieren recibirse, realizarse y después casarse; pero en mi caso, me encontré trabajando desde muy chica, entonces pude elegir de otra manera.
Me casé por eso y, claro, porque estoy enamorada (risas), nunca me dio el pánico al casamiento.
Que es lo mismo que el pánico a tener un hijo y quedarse con la carrera por la mitad, que decías que no lo tenés... La tuya es una visión muy integrada de la vida, ¿no?
No me puse a planteármelo, qué pasaría si tuviera un hijo... Quizá porque veo la vida desde un lugar muy positivo: si tengo un hijo, todo lo que venga después va a ser buenísimo. Es como todo, ¿quién no deja cosas? Yo quiero el blog y dejo cosas de lado porque así es la vida.
¿A él se le ocurrió la idea de casarse?
Sí, la verdad es que no me lo esperaba. Me sorprendió... Yo estaba en París, pero nos encontramos en Londres porque teníamos una cena de trabajo. Me tomé como siempre el tren, llegué a Londres y empezamos a hablar de cualquier cosa. Nada, yo contándole unas anécdotas de París, ¿vieron cuando no parás de hablar? Yo veía que él estaba callado, que no me escuchaba y seguía y pensaba: "No importa, ya se le va a pasar". El tema es que estábamos yendo a esa cena, que era de gala, los dos súper empilchados, y de repente él me paró y me dijo: "Mirá, Mili", en medio de un puente, y ahí me propuso casamiento, con anillo y todo.
¿Le dijiste que sí en seguida?
¡Obviooooo! Porque una sabe cuando está enamorada, y sabe con quién quiere compartir su vida.
¿Ahora viven en el mismo país?
Sí, vivimos mitad de mes en Londres y mitad de mes en Nueva York.
Contanos algo de la fiesta, ¿cómo elegiste el vestido?
El vestido lo elegí con Jean Paul Gaultier, yo quería ponerme un vestido de él. En City Hall me puse uno muy simple, claro, con el pelo recogido, y el vestido para la noche fue bordó.
¿No te casaste de blanco?
No, porque fue solamente por civil, el casamiento por iglesia lo estamos pensando para el año que viene, acá en la Argentina, algo más tradicional. En Nueva York fue algo re íntimo con los amigos, por eso quería estar simple.
Cambiemos de tema: hace poco, hiciste una entrada en el blog sobre la anorexia. ¿Por qué fue?
La gente asocia mucho ser modelo con la anorexia, creen que porque sos linda y flaca tenés que ser anoréxica, y eso me apena mucho porque se desvaloriza el trabajo de la moda.
Pero sí hay bastante anorexia en el mundo de la moda...
La verdad es que a mí no me pasa.
¿A tu alrededor no lo ves?
Es como todo: puede haber, puede no haber. La verdad es que a mí no me pasa y no me enrosco porque sería juzgar a muchísima gente que no sé si en verdad tiene o no esa enfermedad. Qué sé yo: en mi caso, tengo una genética que es así, todos mis hermanos son flacos y flacas, yo como un montón y soy así. Ojo, también voy tres veces por semana al gimnasio, entreno con una personal trainer, hago aparatos y clases de baile. Pero ese post fue hecho porque yo quise contar mi visión: es muy ofensivo que te acusen.
¿Alguien te acusó?
No, pero la gente quiere pruebas. Muchas chicas me escriben, incluso me llegan mails de adolescentes preguntándome cómo hacen para ser flacas, qué tienen que comer. Y yo no les puedo decir que como lechuga y tomate y que estoy flaca. Preferí contar que tengo esta genética, no sé, es como tus rulos naturales o tu color de pelo: somos así. Me pareció muy importante contarlo en mi blog, donde me expongo tanto.
Tenés el privilegio de calzarte ropa increíble, ¿qué onda cuando elegís qué ponerte fuera de la pasarela?
Tengo mis estilos, pero no soy la típica chica que ama las marcas. Yo voy más a la personalidad, me gusta ir buscando en los vintages y lo recomiendo mucho. Obviamente, me gustan también los vestidos de Jean Paul Gaultier, trabajé mucho con él.
¿Sos su amiga?
Amiga... Tengo una relación, desde hace mucho trabajamos juntos: hice veintitrés desfiles suyos, dos campañas, y fui su modelo durante tres años.
¿Te comprás mucha ropa?
Soy muy selectiva, no compro por comprar. Pienso bastante lo que quiero, por qué lo quiero, cómo lo voy a combinar.
Desde hace ocho años, venís trabajando a muy buen nivel, ¿en qué despilfarrás tu plata?
Creo que en los viajes, y tampoco tanto. Me gusta disfrutar, no me tomo vacaciones casi nunca, pero cuando lo hago, me gusta invitar a mi familia, a mis amigos, disfrutar una comida, salir una noche a un lugar que quiero. Me encanta invitar a la gente a mi casa, soy súper anfitriona. Mezclo gente: del mundo de la moda, mis representantes, algunos artistas... Me parece inteligente que varios mundos se conozcan. Seguramente tienen muchas cosas en común pero no lo saben; la gente se cierra en su rubro a veces.
A Ana Wintour (la directora de la Vogue norteamericana), ¿la conocés? Te vimos en el documental September Issue.
Sí, la conozco, desde el primer día en que empecé a trabajar. Es como un mito viviente, muy agradable. Después de la película El diablo viste a la moda, la gente se pone nerviosa cuando la ve, pero no es para ponerse así.
Esos tatuajes, ¿cuándo te los hiciste?
Hace varios años, son símbolos que me gustan: un corazón y una cruz.
¿No te complican al momento de posar?
En realidad, son muy chiquitos y fáciles de tapar con maquillaje. Algunos diseñadores prefieren taparlos y toma dos segundos, o los retocan con Photoshop: no son un problema.
Y la cruz, ¿por qué es? ¿Sos muy religiosa?
Como les conté, la cruz es un símbolo que me gusta mucho. Soy católica, pero el tatuaje vino más que nada por gusto a este ícono. Para complementar el trabajo de mi espiritualidad me encanta hacer yoga y meditación, que son la forma que encontré para balancear el ritmo acelerado que llevo por fuera. Voy de un lado a otro y me ayuda mucho tener un tiempo de silencio.
¿Imaginás cómo va a ser tu vida cuando te retires del modelaje?
Creo que nunca me voy a retirar de lo que yo amo hacer y de quién soy: Milagros Schmoll es modelo. Puede ser que no siga posando o sí, no lo sé: Kate Moss es una mujer que pasa los 30 y, sin embargo, la seguimos viendo.
¿Te sentís identificada con ella?
Tenemos dos carreras completamente diferentes, tenemos otros cuerpos, otra belleza. Además, ella empezó en otro tiempo de la moda, muy diferente, era la época de las supermodelos. Hoy ha cambiado muchísimo.
Ahora las modelos son menos celebrities que hace diez años...
Sí, total, antes se elegían diez y eran esas diez y nadie más. Hoy en día, los diseñadores se van reinventando y no les gusta pegarse a una modelo o a una celebridad.
Si en algún momento sentiste que tocar el cielo con las manos era estar en una pasarela internacional de primera, ¿qué sería para vos hoy tocar el cielo con las manos?
Seguir teniendo el acceso a trabajar con los grandes diseñadores. Hace poco, filmé el comercial para H&M y lo hicimos con el director de cine Mike Figgis: yo nunca hubiera tenido acceso a él y llegué a través de la moda. Me pareció impresionante, ahí es donde podés aprender, conocer gente de otro rubro, ver cómo trabajan... Obviamente, es otro mundo, fue una semana de trabajo y montaron un hotel que ni siquiera era real, ¿entienden? Entonces, ver millones de personas trabajando atrás de escena y estar cerca de Figgis, que es un director que estuvo nominado al Oscar, te enriquece. Siempre algo bueno aprendés de ellos y lo aplicás a tu manera de ser y a tu vida.
Al haber empezado a trabajar tan joven, ¿resignaste muchas cosas?
Creo que no resigné nada, fue una elección de vida. Yo era consciente de que dejaba cosas de lado, pero soy una persona muy agradecida porque me cambió la vida y he crecido un montón. Me han abierto puertas desde muy chica, no siento que perdí, todo lo contrario.
Pero en lo concreto, ¿dejaste de hacer cosas?
No sé si dejé, no sé si la palabra es "dejar": elegí otra cosa. Yo tengo la vida que elegí para mí. No me arrepiento de nada.