martes, 19 de julio de 2011

El lujo de Chanel borda la Plaza Vendôme en París

La firma francesa lo demostró con un desfile nocturno de alta costura para el próximo invierno y evocó sus más prestigiosos establecimientos, entre ellos, por supuesto, la joyería Chanel.

Abundancia de negro y de blanco, de bordados en conjuntos monocolores a veces azules, fucsias o plateados, y juegos de transparencias fueron algunas de las constantes de este desfile, junto con trajes de chaqueta entallados en la cintura y adornados con doble botonadura de lejana inspiración militar, hasta ensancharse sobre las caderas, casi como un volante.
Para las grandes ocasiones, el vestido de noche podrá ceñirse también a la altura de las rodillas, obligando a su portadora a caminar lentamente, antes de volverse a abrir en una forma evasé.
Homenaje directo a Coco Chanel, fundadora de la firma, los primeros conjuntos fueron negros con ribetes blancos y viceversa, seguidos de trajes de chaqueta grises que pronto dejaron paso a intensos bordados, a veces plateados por completo.
La colección estuvo salpicada de muy raros colores entre los que más allá del negro y el blanco sobresalieron el azul y el fucsia de algunas prendas sueltas o en conjuntos monocolores.
La efigie de Mademoiselle Coco dominó el evento desde lo alto de la columna Vendôme, en el centro de esa plaza construida con neones blancos sobre fondo negro y adornada con farolas transparentes.
Onírica y estrellada, la metáfora de ese histórico espacio urbano donde tienen su sede las grandes joyerías de la capital francesa entre otros establecimientos de lujo supremo, se pobló de vestidos y trajes de chaqueta que eran en sí auténticos tesoros de pedrería.
Muchos de los modelos presentados aparecieron entera o parcialmente bordados, en algunos casos de la cabeza a los pies, a veces sobre el característico tweed de la casa.
Las botas, hasta más allá de las rodillas, generalmente transparentes, aparecieron también en ocasiones enteramente bordadas como el resto del modelo que acompañaban.
Tenían, además, una particularidad por la que el desfile comenzó bajo la bóveda acristalada del Grand Palais pasadas las 20h30 GMT, hora atípica y ciertamente muy tardía para el público francés.
En la punta de los pies eran linternas, lo que permitió a sus portadoras surgir al final sabiendo donde pisaban, aunque las luces estaban apagadas, mientras iban tomando posiciones alrededor de la columna Vendôme.
Las sacó de allí su modisto cuando tras recibir los aplausos del público y recorrer de principio a fin la pasarela bajo los focos desapareció seguido por esa increíble nube de mujeres de ensueño.




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